Este edificio de 2 cuerpos de ángulo recto marca perfectamente la transición entre el estilo gótico francés tardío del ala Carlos VIII (situada en la prolongación de las murallas) y el del Renacimiento del ala Luis XII y Francisco I (3ª planta del ala perpendicular).
Sala de Guardia
Este pasaje permitia controlar el acceso a la primera planta ocupada por el rey.
Camino de ronda.
Esta galería abierta permitía vigilar el Loria.
La sala de guardia noble. Algunos nobles se encargaban de la custodia del rey. Esta habitación controlaba el acceso a la escalera que lleva a la planta superior.
La sala de los tamborileros.
Esta sala era la que adornadaba con tapices durante la visitas del rey. Entonces la corte era itinerante y el mobiliario seguía sus desplazamientos. La sala de los tamborileros evoca las numerosas fiestas y bailes que se daban en el castillo en la época de los reyes Valois.
La sala del Consejo
En el renacimiento, el rey de Francia amplia poco a poco su poder sobre el reino, asegurándose, ante todo, la fidelidad de los gobernadores, oficiales y dignatarios de la Iglesia. Además exige que los grandes señores residan durante vaios meses a su lado, con sus esposas. Las mujeres entran en la Corte real. Las audiencias solemnes y las fiestas forman parte, desde ese momento, del beneplácito indispensable de la vida cortesana. La sala del consejo es una de las primeras de estas dimensiones que sirve para este aparato. Entre las más célebres, la Fiesta del Paradiso imaginada en 1518 por Leonardo Da Vinci, cuya ingeniosa maquinaria permitía evocar la carrera de los astros.
Algunas curiosas figuras situadas en los rincones de las columnas.
La Sala del Copero
En esta sala se evocan las costumbres de la mesa del rey, cuando los coperos servían la bebida.
Los caballetes medievales dan paso al mueble mesa; ricamente decorada y con largueros, aparece la mesa a la italiana. El arte de la mesa evoluciona lentamente con el tímido uso del tenedor de dos dientes; hasta la época de Enrique III se utilizaba más el cuchillo y la cuchara.
La Cámara de Enrique II
El bonito conjunto de asientos, es la perfecta introducción de la perspectiva de las artes decorativas del siglo XVI.
La antecámara del cordón
Antigua antecámara de los aposentos Renacimiento (en la actualidad, la entrada ha desaparecido).
Los aposentos de Luis Felipe
En 1821, Luis Felipe recibió el castillo de su madre, Luisa María Penthièvre de Borbón.
El futuro rey de Francia (1773,1830,1850) adquirió 46 casas que rodeaban el castillo, para derribarlas y despejar las murallas. Los aposentos reales están decorados al gusto de la época.
El Gabinete Louis Felipe
La Cámara.
El salón de música.
La visita culmina en la parte más alta del castillo antes de descender a los jardines.
Algunas curiosas figuras que nos encontramos en nuestra visita y de las que hemos querido dejar constancia en este espacio.
El acceso al parque y a las torres de herradura
La rampa de los caballeros desemboca en los jardines rediseñados al estilo de los italianos y delos paisajes mediterráneos.
A la izquierda de la galeria abierta, la terraza de Nápoles, bordeada de tilos, tiene tres miradores (finales del XV-principios del XVI) con el primer jardin Renacimiento del Valle del Loira diseñado por el jardinero italiano don Pacello da Mercogliano. Pacello rompe con la tradición de los jardines cerrados, abre progresivamente las perspectivas e introduce nuevas estancias muy comunes en Italia: melón, alcachofa y agrios.
La terraza superior, con glorietas, bordea la muralla medieval al noreste de la propiedad, en el sitio donde Carlos VIII quería mandar construir la 3ª torre de los caballeros. Desde el mirador de Puercoespín se ven los fosos secos de la época romana, para defender el acceso a las fortificaciones.
En la terraza que domina el cedro del Líbano, el jardín de Oriente en honor a los compañeros del emir Abd el Kader, caídos en Amboise.
En la parte baja del parque, el busto de Leonardo da Vinci está erigido en el lugar de la colegiata de San Florentino (edificio románico del siglo XIX) donde fue inhumado. En el siglo XIX se derribó el edificio y los restos se trasladaron a la capilla de San Humberto.
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